Cinco meses para sacar más de 3000 días contigo hacia fuera

El pasado me brota,
me sale por la piel.
Desde la sangre hasta la superficie;
tus besos,
el aire en nuestras bocas,
aquel abrazo de amor en Tarifa,
aquel verano del 2004,
aquella vejez (com)partida que nunca llegó.
Tantas cosas me salen ahora por la piel
que no se donde ponerlas
aquí fuera, en el mundo.

¿Qué hago con tanto tiempo brotándome?
Dí.
¿Qué hago con tanto recuerdo?
¿Dónde lo cuelgo si en mi casa ya no hay paredes?
Todo se d
               e
                r
                 r
                  u
                   m
                     b
                      ó cuando te fuiste. 

El pasado me brota
desde dentro hacia fuera.
saliendo desde dentro hacia fuera.
Desde
mí,
por mí,
hasta la vida.

Porque la vida no está dentro sino fuera.
En el mundo.

Tú, que querías pasar el resto de 
la vida
conmigo, dentro de ( mí, de cien años. Dentro)
ahora quieres salir y no lo entiendo.

Tú saliendo.
Tú escapando 
(porque ya no deseas este 
cuerpo
de mujer)
y yo que no quiero que te vayas,
y yo, entonces,
que decidí no estar contigo,
abandonarte.

Y ahora, sin ti, me maldigo.
Maldita Antonia. Maldita yo.

¿Te acuerdas cuando (re)maté tu salud
a base 
de comerme las babas de otro?
¿Te acuerdas?
Dí.
¿Te acuerdas?

Yo, los kilómetros desde el hospital
la casa de tus padres,
yo, la ambulancia,
yo, la pastilla debajo de tu lengua,
yo, tu ansiedad y tu lágrima.

Ahora tú,
mi enfermedad,
tú,
mi piel abriéndose,
tú,
mi piel queriéndole decir al mundo lo que tengo dentro,
tú,
mi piel que se regenera cada tres días, 
tú,
mi piel todopoderosa que muere y resucita cada tres días,
tú,
mi psoriasis,
tú,
mi parto desde mi estómago por la piel,
tú, 
mi hijo extraño,
tú,
mi dolor.

Tú.
Yo.
t/u/y/a
¿Te acuerdas Iván?
¿Te acuerdas?