El verano del 95
¡Uff!, cuando lo tuve ante mis ojos pensé: -¿podré salir con alguien así alguna vez?.- Por aquel entonces
yo solo tenía quince años y todo me parecía inalcanzable, como si todo estuviera en un universo paralelo,
inaccesible. Ojalá pudiésemos elegir quedarnos en un momento de nuestras vidas. Yo hubiera elegido
quedarme, sin duda, en el verano del 95. El Guti, el Gaztelu, el Josema, todos eran guapos y atrevidos.
Hoy ya casi no nos vemos.
Volviendo a mis quince años y al verano del 95 ( ¡Dios, que verano!), allí estaba él, con su camiseta llena
de agujeros, con sus tatuajes, su piñonera negra de cuero, su bigote y su pelo y su eterno cigarrillo que me
recordaba en su forma de cogerlo a ese "Rebelde sin causa" que también fue James Dean y tan atractivo le
hacía. El Javi "El chino" era el más guapo de todos, el que más estilo tenía, pasaba por el pasillo del instituto
y se hacía un silencio halagador entre las niñas de primero y segundo de bup. A mi nunca me miró, normal
claro, siempre fui el patito feo de mi grupo, pero tampoco me hacía sentir mal ese hecho.
Ese año repetí curso. El césped del instituto me apdució a partir de febrero y suspendí latín, geografía, mate-
máticas, y casi todo, menos inglés porque la señorita Alicia era encantadora y me dejaba siempre que le metiera
el boli por el culo como acto protesta de su excesiva atención para con los niños y no con las niñas, y literatura,
con la señorita Maria Luisa, que me encantaba como daba las clases y como hacíamos los análisis los textos.
Después de todo llegó el verano. Mis padres decidieron, como castigo, mandarme a un campamento de verano
para que me dieran clases de apoyo para poder recuperar todo en septiembre. El camino hacia el campamento
fue como un velatorio, pero cuando llegué se me cambió la cara. Este estaba a pie de playa, en unas casitas de
madera con unas ventanas grandes en las que daba todo el sol. En ese momento dije: -gracias señor, por haber
hecho que el césped me anduviera y me encuentre hoy aquí. Mis padres sacaron las maletas del coche y se despi-
dieron de mí dándome entre los dos un fuerte abrazo. A pesar de todo sé que les iba a costar mucho no vernos en
todo el verano pero sabían que era la única manera de que aprobara, aunque ahora empezaba a sentir que no lo
tenía tan claro. Recuerdo que vi a ni madre asomar la cabeza por la ventana y tirarme un beso con la mano.
Rocío era mi tutora en el campamento. Me dio la llave de mi cabaña y me dijo que fuera a soltar las maletas, que
a las doce teníamos la puesta en común de mi grupo. Anduve como unos trescientos metros a través de unos pinos
hasta que llegué a las cabañas a pie de playa. La mía era la dieciocho así que fui buscándola hasta que vi la veinti-
siete y me relajé un poco. Al revolver la esquina…..
Yo: - ¿Javi?
Javi: - ¿Violeta?, ¿qué haces aquí?.
Yo: - Pues nada, a hacer todo lo que no he hecho este año,estudiar.
Javi: - Joder, pues igual que yo entonces.
Yo: - Oye, ¿que cabaña te ha tocado?
Javi: - La diecinueve.
Yo: - ¡Entonces justo al lado de la mía!.
Fue el mejor verano de mi vida, el del 95, pero hasta ahí puedo contar.
(30 de Noviembre de 2010)