Mi destino en una gota (de sangre)

Esta mañana levanté la mano ,
cogí el teléfono
y marqué el número
de la casa de mis padres.

Hablé un rato
y colgué. 

Hay palabras que ya no entienden ellos.
Dejaron de conocerme 
hace mucho tiempo.

Tiempo.
Tiempo.
Tiempo.

Mi dormitorio es una caverna
donde el sonido se refleja.
Un pentagrama perfecto.
El tiempo camina y retrocede
como un eco en mi tímpano.

Me acuerdo de mi infancia.

Las lágrimas 
caen como un coche
cuando se precipita por un acantilado.

Sufro un accidente.
Una ruina temporal.

Las lágrimas son 
ese coche que cae en seco.

Se estampan contra mi vaquero.

Se estrellan.
Se rompen.

Luego viene la sangre.
Detrás del accidente,
la rotura.

Soy aplastada 
en mi silla de despacho.

Mi nacimiento,
mi construcción,
mi destino,
mi herencia
en una gota de sangre.

La memoria está también en la sangre.
Es intrínseca a ella.
Almaceno y evoco el tiempo
a través de la memoria.
Y la memoria está en el cerebro,
y el cerebro está en la genética,
y la genética es la sangre.

Sangre, herencia y  destino.
  
Seré lo que fui.
Lo que soy me determinará.

Me acuerdo de mi infancia
y una mosqueta me embiste
desde mi cerebro.
Desde la memoria.

Sangre.
Destino.
INT(d)ESTINO.
Estómago.

Soy eso.

Una herencia.
Sangre.
Memoria.
El destino en una gota (de sangre).

Una lágrima
que se estrella contra mi vaquero.